“No aborreces nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado”. [Sabiduría 11:24]
En toda la creación, en toda la eternidad, en todos los reinos de tu ser infinito, el hecho más maravilloso es éste que es mencionado en el primer capítulo de este libro. Tú eres Dios. Tú eres el “Yo Soy el que Yo Soy”
Tú eres Conciencia. Tú eres el creador. Este es el misterio, este es el gran secreto conocido por los videntes, los profetas, los místicos a través de los tiempos. Esta es la verdad que nunca podrías conocer intelectualmente.
¿Quién es este “tú”? Que tú eres Juan Pérez o María Gómez, es absurdo. Es la Conciencia la que sabe que tú eres Juan Pérez o María Gómez. Es tu Ser más Grande, tu Ser más Profundo, tu Ser Infinito. Llámalo como quieras. Lo importante es que está dentro de ti, eres tú, es tu mundo.
Es este hecho el que está detrás de la inmutable ley de la asunción. Es por este hecho que se construye tú propia existencia. Este hecho es el fundamento de cada capítulo de este libro. No, no puedes saber esto intelectualmente, no puedes debatirlo, no puedes corroborarlo. Sólo puedes sentirlo. Sólo puedes ser consciente de ello.
Al ser consciente de esto, una gran emoción permeabiliza todo tu ser. Vives en un perpetuo sentimiento de reverencia. El conocimiento de que tu creador es tu propio ser y que nunca te hubiera creado si no te hubiese amado, debe llenar tu corazón de devoción, si, con adoración.
Un vislumbre con conocimiento del mundo alrededor tuyo en cualquier instante, es suficiente para llenarte de profundo asombro y sentimiento de adoración. Cuando tu sentimiento de reverencia es más intenso, es cuando estás más cerca de Dios y cuando estás más cerca de Dios, tu vida se enriquece.
Nuestros más profundos sentimientos son precisamente aquellos que nos cuesta más expresar y aun en el acto de adoración, el silencio es nuestra más alta alabanza.
Fin