Neville Goddard

en Español

Ley de Transmisión del Pensamiento

“Él envió su palabra y los sanó, y los libró de su ruina”.  [Salmos 107:20]

Él transmitió la conciencia de salud y despertó su correspondencia vibracional en aquel a quien le fue dirigido. Él mentalmente representó al sujeto en un estado de salud e imaginó que escuchaba al sujeto confirmarlo. “Pues ninguna palabra de Dios será sin poder; por eso, mantén firme el patrón de las palabras saludables que has escuchado”.  

Para orar exitosamente debes tener objetivos claramente definidos. Debes saber qué quieres, antes de pedir por ello. Debes saber qué quieres antes de que puedas sentir que lo tienes, y la plegaria es el sentimiento del deseo cumplido. No importa qué es lo que buscas con una plegaria, o dónde está, o a quién concierne. Lo único que tienes que hacer es convencerte de la verdad de aquello que quieres ver manifestado. Cuando emerges de la plegaria, ya no buscas más, pues – si has orado correctamente – has asumido subconscientemente la realidad del estado buscado, y por la ley de reversibilidad tu asunción subconsciente debe manifestar aquello que afirma. 

Para transmitir una fuerza debes tener un conductor. Puedes emplear un cable, un chorro de agua, una corriente de aire, un rayo de luz o cualquier otro intermediario. El principio del fotófono o la transmisión de la voz por la luz te ayudará a entender la transmisión del pensamiento, o el enviar una palabra para sanar a otro. Hay una fuerte analogía entre una voz hablada y una voz mental. Pensar es hablar bajo, hablar es pensar en alto. El principio del fotófono es este: Un rayo de luz es reflejado en un espejo y proyectado a un receptor en un punto distante. Tras el espejo hay un micrófono. Hablando al micrófono causas que el espejo vibre. Un espejo vibrante modifica la luz reflejada en este. La luz modificada tiene que transportar tu habla, no como habla, sino como es representada en su correspondiente mecánico. Esta alcanza la estación distante y golpea sobre un disco en el receptor; causa que el disco vibre de acuerdo a la modificación que experimenta y reproduce tu voz.

“Yo soy la luz del mundo.” Yo Soy, el conocimiento de que Yo existo, es una luz por medio de la cual lo que pasa en mi mente se hace visible. La memoria, o mi habilidad de ver mentalmente lo que no está objetivamente presente, prueba que mi mente es un espejo, y tan sensible que puede reflejar un pensamiento. La percepción de una imagen en la memoria no difiere, de ninguna manera, de un acto visual de la percepción de mi imagen en un espejo. El mismo principio del ver está presente en ambas. 

Tu conciencia es la luz reflejada en el espejo de tu mente y proyectada en el espacio hacia aquel en quién piensas. Al hablarle mentalmente a la imagen subjetiva en tu mente, causas que el espejo de tu mente vibre. Tu mente al vibrar modifica la luz de la conciencia reflejada en ella. La modificada luz de la conciencia alcanza a aquel hacia quien es dirigida y golpea en el espejo de su mente; causa que su mente vibre de acuerdo a la modificación que experimenta. Así, reproduce en él aquello que fue mentalmente afirmado por ti. 

Tus creencias, tus actitudes mentales fijas, constantemente modifican tu conciencia como ésta es reflejada en el espejo de tu mente. Tu consciencia, modificada por tus creencias, se manifiesta a sí misma en las condiciones de tu mundo. Para cambiar el mundo, debes primero cambiar tu concepto del mismo. Para cambiar a un hombre, debes cambiar tu concepto de él. Debes creer que es el hombre que quieres que sea y mentalmente hablarle como si lo fuera. Todos los hombres son suficientemente sensibles para reproducir tus creencias sobre ellos. Por eso, si tu palabra no es reproducida visiblemente en aquel a quién es enviada, debes buscar la causa en ti, no en el sujeto. Tan pronto como crees en la verdad del estado afirmado, los resultados siguen. Todos pueden ser transformados; todo pensamiento puede ser transmitido; todo pensamiento puede ser visiblemente encarnado.

Las palabras subjetivas –asunciones subconscientes- despiertan aquello que afirman. “Ellas están vivas y activas y no volverán a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual las envié”. Ellas están dotadas con la inteligencia correspondiente a su misión y persistirán hasta que el objeto de su existencia se realice; ellas persisten hasta que despiertan la correspondencia vibracional de sí mismas en aquel hacia quién son dirigidas, pero en el momento en que el objeto de su creación es logrado ellas cesan de ser. La palabra hablada subjetivamente en tranquila confianza siempre despertará un estado correspondiente en aquel por quien fue hablada; pero en el momento en que su tarea es lograda, cesa de ser, permitiendo a aquel en quien el estado es realizado, permanecer en la conciencia del estado afirmado o volver a su estado anterior.

Cualquier estado que tiene tu atención sostiene vida. Por eso, volver a estar atento a un estado anterior es volver a esa condición. “No recuerdes las cosas precedentes, ni consideres las cosas de antaño.”

Nada puede ser añadido al hombre, pues la totalidad de la creación está ya perfeccionada en su interior. “El reino de los cielos está dentro de ti.”.

El hombre no puede recibir, a menos que se le conceda desde el cielo. [ Juan 3:27]

El cielo es tu subconsciente. Ni siquiera una insolación es dada desde fuera. Los rayos de afuera solo despiertan los correspondientes rayos de adentro. Si los rayos ardientes no estuvieran contenidos dentro del hombre, ni todos los rayos del universo concentrados podrían quemarle. Si los tonos de la salud no estuvieran contenidos dentro de la conciencia de aquel de quien se afirman, no podrían vibrar por la palabra que es enviada. En realidad, tú no das a otro –tú resucitas aquello que está dormido en él. “La damisela no está muerta, sino dormida.” La muerte es simplemente dormir y olvidar. La edad y la decadencia son el sueño – no la muerte –de la juventud y la salud. El reconocimiento de un estado lo hace vibrar o despertar.

La distancia, como es captada por tus sentidos objetivos, no existe para la mente subjetiva. “Si tomo las alas de la mañana y habito en las partes más remotas del mar; incluso allí tu mano me habrá de guiar.” Tiempo y espacio son condiciones del pensamiento; la imaginación puede trascenderlos y moverse en un tiempo y espacio psicológico. Aunque físicamente separado de un lugar por miles de kilómetros, puedes mentalmente vivir en ese distante lugar como si fuera aquí. Tu imaginación puede fácilmente transformar invierno en verano, Nueva York en Florida, etcétera. Ya sea que el objeto de tu deseo esté cerca o lejos, los resultados serán los mismos. Subjetivamente, el objeto de tu deseo nunca está lejos; su intensa cercanía lo hace remoto a la observación de los sentidos. Habita en la consciencia, y la conciencia está más próxima que el aliento y más cercana que las manos y los pies.

La conciencia es la única realidad. Todos los fenómenos son formados de la misma sustancia vibrando a diferente ritmo. Todo es conciencia modificada por la creencia. De la conciencia, Yo como hombre vine, y a la conciencia Yo como hombre regreso. En la conciencia todo existe subjetivamente, y es despertado a su existencia objetiva por la creencia.  La única cosa que evita que hagamos una exitosa impresión subjetiva en alguien a gran distancia, o de transformar allí en aquí, es nuestro hábito de contemplar el espacio como un obstáculo. 

Un amigo a miles de kilómetros está enraizado en tu conciencia a través de tus ideas fijas sobre él. Pensar en él y representarlo interiormente en el estado que le deseas, confiado de que esta imagen subjetiva es tan verdadera como si estuviera ya manifestada, despierta en él un estado correspondiente que debe manifestar. Los resultados serán tan obvios como oculta será la causa. El sujeto expresará el estado despertado dentro de sí y permanecerá inconsciente de la verdadera causa de su acción. Tu ilusión de libre albedrio no es sino ignorancia de las causas que te hacen actuar. Las oraciones dependen de tu actitud mental para su éxito y no de la actitud del sujeto. El sujeto no tiene poder para resistir tus controladas y subjetivas ideas sobre él, a menos que el estado afirmado por ti como verdadero en él sea un estado que él es incapaz de desear como verdad para otro. En tal caso, vuelve a ti, el remitente, y se realizará a sí mismo en ti. 

Provisto de que la idea sea aceptable, el éxito depende enteramente del operador no de los sujetos, quienes, como las agujas de una brújula en sus ejes, son indiferentes a que dirección eliges darles. Si tu idea fijada no es subjetivamente aceptada por aquel a quien es dirigida, ésta rebota hacia ti de quien provino. “¿Quién es el que los herirá, si son seguidores de aquello que es bueno? He sido joven y ahora soy viejo; y aún no he visto al correcto abandonado, ni a su semilla rogar por pan” “No habrá mal que ocurra al que es justo.” Nada nos sucede que no sea de nuestra propia naturaleza.

Una persona que dirige un pensamiento malicioso a otra será dañada por su rebote si fracasa en lograr la subconsciente aceptación de la otra. “Como siembres, así recogerás.” Aún más, lo que puedes desear y creer de otro, puede ser deseado y creído de ti, y no tienes poder para rechazarlo si quien lo desea para ti lo acepta como verdadero de ti. El único poder para rechazar una palabra subjetiva es ser incapaz de desear un estado similar en otro – dar presupone la habilidad de recibir. La posibilidad de imprimir una idea sobre otra mente presupone la habilidad de esa mente de recibir esa impresión. Los ilusos explotan el mundo; los sabios lo transforman. Es de la más alta sabiduría saber que en el universo viviente no hay otro destino que el creado por la imaginación del hombre. No hay influencia fuera de la mente del hombre.

Todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, piensa en estas cosas. [Filipenses 4:8]

Nunca aceptes como verdad de otros aquello que no quisieras que fuera verdad de ti. Para despertar un estado dentro de otro, primero debe estar despierto dentro de ti. El estado que transmitirías a otro puede ser transmitido solamente si es creído por ti. Por eso, dar es recibir. No puedes dar lo que no tienes y sólo tienes lo que crees. Entonces, creer un estado como verdadero para otro, no solamente despierta ese estado dentro del otro, sino que lo hace vivir dentro de ti. Eres lo que crees.

Da y recibirás, en total medida, fluyendo y rebosando.

[Lucas 6:38]

Dar es simplemente creer, pues lo que verdaderamente crees de otros, lo despiertas dentro de ellos. El estado vibratorio transmitido por tu creencia persiste hasta que despierta su vibración correspondiente en el de quien se cree. Pero antes de que pueda ser transmitido debe primero estar despierto dentro de la conciencia del transmisor. Lo que sea que está despierto dentro de tu consciencia, eso eres.  Ya sea que la creencia corresponda a uno mismo o a otro, no importa, pues el creyente es definido por la suma total de sus creencias o asunciones subconscientes.

“Como un hombre piensa en su corazón” – en la profundidad subconsciente de sí mismo- “así es el.” Descarta las apariencias y afirma subjetivamente como verdad aquello que deseas que sea verdad. Esto despierta en ti el tono del estado afirmado el cual a su vez se manifiesta a sí mismo en ti y en aquel de quien es afirmado. Da y recibirás. Las creencias invariablemente despiertan aquello que afirman. El mundo es un espejo en el cual cada uno se ve a sí mismo reflejado. El mundo objetivo refleja las creencias de la mente subjetiva.

Algunas personas son autoimpresionadas mejor por medio de imágenes visuales, otras por sonidos mentales, y aun otras por acciones mentales. Hay que cultivar la forma de actividad mental que permite al poder total de tu atención ser enfocado en una dirección elegida, hasta que puedas traerlas a todas simultáneamente a trabajar en tu objetivo. 

Si tuvieras alguna dificultad en entender los términos, “imágenes visuales”, “sonidos mentales” y “acciones mentales”, he aquí una ilustración que debiera dejar claros sus significados: ‘A’ imagina que ve una pieza de música, sin saber nada en absoluto sobre notación musical, la impresión en su mente es puramente una imagen visual. ‘B’ imagina que ve la misma pieza, pero él puede leer la música y puede imaginar como sonaría tocada en un piano; esa imaginación es sonido mental. ‘C’ también lee música y es un pianista; al ir leyendo él se imagina tocando la pieza. La acción imaginaria es acción mental.

Las imágenes visuales, sonidos mentales y acciones mentales son creaciones de tu imaginación, y aunque parecen venir de afuera, realmente vienen desde dentro de ti. Se mueven como si fueran movidas por otro, pero en realidad son emitidas por tu propio espíritu desde el almacén mágico de la imaginación. Son proyectadas en el espacio por la misma ley vibracional que gobierna el envío de una voz o imagen. El habla y las imágenes son proyectadas no como habla o imágenes, sino como correspondiente vibratorio. La mente subjetiva vibra de acuerdo a las modificaciones que experimenta por el pensamiento y los sentimientos del operador. El estado visible creado es el efecto de las vibraciones subjetivas. Un sentimiento está siempre acompañado por una vibración correspondiente, esto es, un cambio en expresión o sensación en el operador.  

No hay pensamiento o sentimiento sin expresión. No importa cuán inmóvil tú pareces estar, si reflexionas con cualquier grado de intensidad, siempre hay una ejecución de ligeros movimientos musculares. El ojo, aunque cerrado, sigue los movimientos de los objetos imaginarios y la pupila es dilatada o contraída de acuerdo a la brillantez o a la lejanía de esos objetos; la respiración es acelerada o enlentecida, de acuerdo al curso de tus pensamientos; los músculos se contraen correspondientemente a tus movimientos mentales.

Este cambio de vibración persiste hasta que despierta una vibración correspondiente en el sujeto, tal vibración entonces se expresa a sí misma en un hecho físico. “Y la palabra se hizo carne” [Juan 1:14]

La energía, como ves en el caso de la radio, es transmitida y recibida en un “campo”, un lugar donde ocurren cambios en el espacio. El campo y la energía son uno e inseparables. El campo o sujeto se convierte en la encarnación de la palabra o energía recibida. El pensador y el pensamiento, el operador y el sujeto, la energía y el campo son uno. Si estuvieras lo suficientemente callado para escuchar el sonido de tus creencias sabrías qué quiere “la música de las esferas”. Los sonidos mentales que escuchas en plegaria como viniendo desde afuera son realmente producidos por ti mismo. La autoobservación revelará este hecho.

Como la música de las esferas es definida como la armonía escuchada solamente por los dioses, y se supone que está producida por el movimiento de las esferas celestiales, así también es la armonía que escuchas subjetivamente para otros, escuchada sólo por ti, y es producida por el movimiento de tus pensamientos y sentimientos en el verdadero reino o “el cielo dentro de ti”. 

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