Si tienes un objetivo y has fallado en lograrlo, has pecado, porque no has cumplido tu deseo. Pero si no tienes deseo, eres incapaz de pecar. Sin embargo, el hombre justo, consciente de haber cumplido su objetivo, no puede pecar.
En el Libro de Daniel se nos dice “Rompe con tus pecados haciendo justicia”. Esto no tiene nada que ver con ninguna iglesia o ritual, porque la justicia es el pensamiento correcto. En el Libro de Génesis se cuenta la historia del deseo de Jacob de aumentar su riqueza. Levantando sus ojos en un sueño, vio los corderos manchados, las cabras y el ganado a rayas. Luego dijo: “Me aferraré a mi justicia y no la soltaré. Así mi justicia responderá por mí en los tiempos venideros”.
Sigue el ejemplo de Jacob. Levanta tus ojos con una imaginación controlada y ve lo que quieres ver. Cree en tu visión y tu fe la hará sólida y real en tu mundo manifestado. Mientras estás sentado en tu silla, puedes asumir el estado de conciencia que deseas poseer, aunque tu razón y tus sentidos externos nieguen su realidad. Entonces, como Jacob, puedes decir: “Mi justicia responderá por mí en los tiempos venideros”. Jacob sabía que no podía volverse perverso y apartarse del nuevo estado, pero que si mantenía la conciencia de tener lo que la razón negaba (incluida la ley de la genética), él lograría su objetivo.
Dios el Padre no es un hombre, sino la idea dominante que tú sirves. Los enemigos de esa idea son los de tu propio hogar – tu propio pensamiento. Mantén una idea dominante en tu conciencia y, de una manera que no conoces, tu rectitud (pensamiento correcto) hará que el estado deseado se externalice en tu mundo.
Un Fariseo es aquel que se ajusta a todas las leyes hechas por el hombre; uno que observa estrictamente la ley levítica de la “purificación externa”. Ahora se nos dice:” A menos que tu justicia supere la de los escribas y fariseos, no entrarás en el reino de los cielos”. “Pero busquen primero el reino de los cielos y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”.
La verdadera justicia es la conciencia. Confundimos la palabra y buscamos la justicia como una cosa, pero la conciencia de ser es el imán que atrae una cosa hacia ella. Permea tu conciencia con el sentimiento de ser el hombre (o mujer) que quieres ser y tu justicia lo hará realidad.
Tú no puedes heredar el cristianismo, sino que lo adoptas. A medida que entras en su convicción interna, te vuelves más limpio y más noble. Cristo enseñó la justicia en su ley de idéntica cosecha diciendo: “Como el hombre siembra, así cosechará”. Tomado psicológicamente, un estado de conciencia sembrado dentro de la mente, será cosechado como eventos externos. Y, de la misma manera, mientras permanezcas sembrando tu actual estado de conciencia, continuarás encontrando eventos similares en tu vida.
Camina consciente del sentimiento de que tu deseo se ha cumplido y nunca pecarás al perder la experiencia de la realización. Pero tú no puedes dar la vuelta y volver a tu estado anterior. Todos nosotros somos el hijo pródigo que se extravió. Pero se nos dice que cuando recuperó el sentido, se dio la vuelta y entró en la casa de su padre, momento en el cual le dieron el becerro gordo, el vestido y el anillo. Cuando tú observas quién eres en conciencia y recuperas tus sentidos volviéndote hacia tu Padre (el estado deseado), te será hecho.
Observa tus reacciones a la vida y descubrirás dónde te encuentras psicológicamente. Si tus reacciones son desagradables, estás caminando en el lodo y el fango, alimentando a los cerdos. Pero cuando te vuelves hacia el Padre de toda vida y entras en el estado que deseas, asumiendo su cumplimiento, tus acciones serán encantadoras. Persiste y saldrás del lodo y el fango y entrarás en el reino del deseo cumplido.
No existe tal cosa como la justa indignación, porque la ira del hombre no puede emplear la justicia. Algo tan desagradable como la justa indignación no podría ser la conciencia correcta. Mi objetivo es ser uno que se expande en conciencia, porque yo soy maestro y debo crecer como maestro. Este es mi objetivo y debo recordarlo mañana, tarde y noche. Debo persistir en este estado, ya que se exterioriza en mi mundo.
Se cuenta una historia de una niña ciega que tenía cinco hermanos. Los hermanos, confiando en sus sentidos, salieron al mundo y se perdieron, mientras que la niña, incapaz de confiar en sus sentidos, tejió un hilo dorado. Atando un extremo a su dedo, ató el otro al sol y nunca perdió su camino. Tú también puedes aprender a confiar en la luz de la conciencia, aferrándote al hilo que es tu objetivo y no permitir enredarte en la evidencia de tus sentidos.
Recordando tu deseo, no te perderás como los cinco hermanos, ya que no te preocuparás con lo que otros están haciendo, sino que simplemente caminarás consciente de ser el que quieres ser. Ningún poder puede impedirte alcanzar tu objetivo cuando eres consciente de que ya lo has alcanzado.
Se te dice: “Busca primero el reino y su justicia y todas estas cosas te serán añadidas”. El reino de los cielos está dentro de ti. Vuélvete hacia adentro y encontrarás el poder de producir lo que la naturaleza y tus sentidos externos niegan. Ponte a prueba controlando tus pensamientos, viendo solo lo que quieres ver y escuchando solo lo que contribuye al reconocimiento de que tu mundo es como quieres que sea.
Si sigues controlando tu mundo en tu imaginación hasta que la única sensación desplace todas las demás ideas, tu conciencia correcta responderá por ti y tu sueño se convertirá en tu realidad. Pero si no te sientes satisfecho, puedes ser fácilmente desviado y perder tu marca.
La enseñanza de la Biblia es una de elevarse cada vez más en conciencia hasta que ocurra el renacimiento. Solo hay un propósito en la vida, y es elevarse cada vez más en la barra vertical de la cruz.
Conociendo el estado que deseas expresar, camina como si ahora lo estuvieras expresando. “Ningún hombre, después de haber puesto su mano en el arado, mira hacia atrás”. En otras palabras, una vez que te hayas mudado al nuevo estado, no mires hacia atrás al antiguo estado o te volverás como la esposa de Lot. Ella miró hacia atrás y se convirtió en un pilar de sal, que es un preservante. En el momento en que miras hacia atrás a tu estado anterior, vuelves a entrar en el, ya que todos los estados existen, preservados en tu imaginación y listos para su ocupación.
El reino de los cielos es un estado superior de conciencia; un escalón más arriba de donde estás ahora, y cada nivel superior es alcanzado por un cambio de actitud mejorado. No hay un problema que no pueda resolverse mediante un cambio de conciencia. Y aquello que requiere un estado de conciencia para producir su efecto, nunca puede ser efectuado sin ese estado. Es el colmo de la locura esperar seguridad siendo consciente de la inseguridad. Por otro lado, tu no puedes ser inseguro si caminas consciente de estar seguro.
Tú no tienes que “mover los hilos” para obtener lo que quieres, todo lo que debes hacer es caminar en la conciencia de ya tenerlo; porque una asunción, aunque falsa, si se persiste en ella, se solidificará en hecho.
No trates de ser una persona mejor, pero trata de ser mejor en algo. La mayoría de los estudiantes metafísicos no tienen un objetivo, declarando que Dios sabe más. Pero, te pregunto, ¿cómo puede ser esto cuando tú y Dios, tu padre, son uno? La naturaleza humana quiere que el objeto venga primero y que la creencia siga. Pero yo digo, debes asumir la conciencia de ya tener (o ser) tu deseo antes de que aparezca el signo de que lo tienes. Las señales siguen; no preceden. Busca el sentimiento consciente de haber alcanzado tu meta, y seguirá el signo de que lo has logrado. Tú no obtienes las cosas y luego te vuelves justo; la justicia es correcta visión. Siempre reclama el nivel por encima del nivel en el que estás ahora, muriendo a tu nivel actual, porque la casa de tu padre tiene muchas mansiones. Deja ir tu mansión actual y alcanza aquella que buscas.