“No dejes que se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí. En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes. Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también”. – Juan 14:1-3
El ‘Mi‘ en quien debes creer es tu conciencia, el Yo Soy, es Dios. Es también la casa del Padre que contiene dentro de sí todos los estados de conciencia concebibles. Cada estado de conciencia condicionado se llama mansión.
Esta conversación tiene lugar dentro de ti. Tu Yo Soy, la conciencia incondicionada, es Cristo Jesús hablando al ser condicionado o la conciencia de Juan Pérez. “Yo Soy Juan” desde un punto de vista místico es dos seres, a saber, Cristo y Juan. Así que voy a preparar un lugar para ti, pasando de tu actual estado de conciencia a ese estado deseado. Es una promesa de tu Cristo – o conciencia de ser – a tu presente concepto de ti mismo que dejarás tu conciencia presente y te apropiarás de otra.
El hombre es tan esclavo del tiempo que, si después de haberse apropiado de un estado de conciencia que ahora no es visto por el mundo y si el estado apropiado no se manifiesta inmediatamente, pierde la fe en su demanda no-vista; inmediatamente la deja caer y regresa a su antiguo estado de ser estático. Debido a esta limitación del hombre, he encontrado muy útil emplear un intervalo de tiempo específico para hacer este viaje a una mansión preparada.
“Espera un momento”.
Todos hemos catalogado los diferentes días de la semana, meses del año y estaciones. Con esto quiero decir que tú y yo hemos dicho una y otra vez: “Hoy se siente como si fuera domingo” o “miércoles” o “sábado”. También hemos dicho a mediados del verano: “Se siente y parece como si fuera otoño “. Esta es una prueba positiva de que tú y yo tenemos sentimientos definidos asociados con estos diferentes días, meses y estaciones del año. Debido a esta asociación, en cualquier momento podemos conscientemente vivir en ese día o temporada que hemos seleccionado. No definas egoístamente este intervalo en días y horas porque estás ansioso por recibir, sino simplemente permanece en la convicción de que está hecho – el tiempo siendo puramente relativo, debe eliminarse completamente – y tu deseo se cumplirá.
Esta capacidad de habitar en cualquier punto del tiempo, nos permite emplear el tiempo en nuestro viaje a la mansión deseada. Ahora yo (conciencia) voy a un punto en el tiempo y allí preparo un lugar. Si voy a tal punto en el tiempo y preparo un lugar, regresaré a este punto en el tiempo el cual había dejado; y te levantaré y te llevaré conmigo al lugar que he preparado, para que donde Yo estoy, allí también estés tú.
Déjame darte un ejemplo de este viaje. Supongamos que tienes un deseo intenso. Como la mayoría de los hombres que están esclavizados por el tiempo, puedes sentir que no podrías realizar un deseo tan grande en un intervalo limitado. Pero admitiendo que todas las cosas son posibles para Dios, creyendo que Dios es el Mi dentro tuyo o tu conciencia de ser, tú puedes decir: “Como Juan, yo no puedo hacer nada; pero dado que todas las cosas son posibles para Dios y como sé que Dios es mi conciencia de ser, puedo realizar mi deseo en un momento. Cómo se hará realidad mi deseo, yo (como Juan) no lo sé, pero por la ley de mi ser sé que será “.
Con esta creencia firmemente establecida, decide cuál sería un relativo intervalo de tiempo racional en el que tal deseo podría realizarse. Nuevamente permíteme recordarte que no acortes el intervalo de tiempo porque estás ansioso por recibir tu deseo; haz un intervalo natural. Nadie puede darte el intervalo de tiempo. Solo tú puedes decir cuál sería el intervalo natural para ti. El intervalo de tiempo es relativo, es decir, no hay dos individuos que den la misma medida de tiempo para la realización de su deseo.
El tiempo está siempre condicionado por la concepción que el hombre tiene de sí mismo. La confianza en ti mismo, determinada por la conciencia condicionada, siempre acorta el intervalo de tiempo. Si estuvieras acostumbrado a grandes logros, te darías un tiempo mucho más corto para lograr tu deseo que el hombre educado en la derrota.
Si hoy fue miércoles y decidiste que sería muy posible que tu deseo personificara una nueva expresión de ti mismo para el domingo, entonces el domingo se convierte en el punto en el tiempo que tú visitarías. Para hacer esta visita, tú excluyes el miércoles y dejas entrar el domingo. Esto se logra simplemente sintiendo que es domingo. Comienza a escuchar las campanas de la iglesia; comienza a sentir la tranquilidad del día y todo lo que el domingo significa para ti; realmente sintiendo que es domingo.
Cuando se logre esto, siente la alegría de haber recibido aquello que el miércoles fue solo un deseo. Siente la completa emoción de haberlo recibido, y luego regresa al miércoles, el punto en el tiempo que habías dejado atrás. Al hacer esto, creaste un vacío en la conciencia moviéndote de miércoles a domingo. La naturaleza, aborreciendo los vacíos, se apresura a llenarlo, formando así un molde a semejanza de lo que potencialmente creaste, es decir, la alegría de haber realizado tu deseo definido.
Al regresar al miércoles, estarás lleno con una gozosa expectación porque has establecido la conciencia de lo que debe ocurrir el domingo siguiente. A medida que avanzas en el intervalo de jueves, viernes y sábado, nada te perturba, independientemente de las condiciones, porque predeterminaste aquello que serás en el Sabbath y eso permanece como una convicción inalterable.
Habiendo ido antes y preparado el lugar, tú has regresado a Juan y ahora lo llevas a través del intervalo de tres días al lugar preparado para que él pueda compartir tu alegría contigo, porque donde Yo estoy, allí estarás también tú.