Como se te dice “Todas las cosas que son buenas, piensa en esas cosas”. Todo lo bueno, a pesar de que la evidencia de mis sentidos diga lo contrario.
Habiendo descubierto que soy yo quien planta mi jardín, que este es el único jardín para cultivar, que esta es la única tierra a la cual someter, yo comenzaría ahora y asumiría resueltamente el Bien, primero para mí – siempre comienzo con Jerusalén- luego iría al mundo y predicaría la bondad conociendo la bondad.
Cuando conozcas a alguien, independientemente de lo que la apariencia pueda revelar, conoce la verdad de ese individuo y libéralo. Conócelo cómo debería ser conocido primero por sí mismo, pero si no lo ha sabido como algo verdadero de sí mismo, al menos tú lo sabes por él. Y aunque nunca lo vuelvas a encontrar nuevamente en la carne, continúa sabiendo la verdad que libera al hombre, sabiendo que ya es libre, y entonces tú estarás cultivando tu jardín. Lo estarás sometiendo, lo estarás dominando y entonces tú tendrás dominio.
Todo el vasto mundo está simplemente centrado en ti. Comienza ahora a reorganizarlo para que refleje la belleza que deseas vivir y vivirla en este mundo. Lo haces asumiendo lo mejor. Siempre imagina lo mejor de ti mismo – siempre imagina primero con Jerusalén y luego sale e irradia lo que te has dado a ti mismo.
Si vives en ese maravilloso estado, sólo tendrás el bien para derramar sobre los demás, ya que tienes un regalo que es verdaderamente tuyo para dar y que eres tú mismo. No tienes otro regalo. Si eres bueno, sólo puedes dar lo bueno. Si no lo eres… lo que sea que eres, eso es lo que das.
El tema es que, cuando te observas a ti mismo, observando tus reacciones, puedes encontrar que no es una tierra muy agradable, pero sigue siendo una tierra fértil. Se puede limpiar de todos esos árboles de pensamiento erróneo y ser replantada en armonía con la belleza que deseas y en el presente inmediato dará frutos en armonía con las semillas que plantes.
Entonces, salgamos decididos a lograr una mejor disposición de nuestra mente para que podamos producir prendas más nobles para que use nuestro Padre. Porque este maravilloso universo visible y objetivo es sólo la vestimenta viviente de mi Padre; no es un lugar de exilio como muchos creen – hablan de su hogar y de su regreso a casa, como si no estuvieran ahora en medio de su Padre. Cuando me ves, ves a mi Padre. Cada vez que me ves, ves el estado de mi mente, porque verás el mundo en el que vivo; y el estado de mi mente, ese arreglo interno, ese es mi Padre; cuando me ves proyectado, entonces lo llamas el Hijo.
Basado en las Conferencias de Neville – Traducción y Edición Marcela Allen