Neville Goddard

en Español

El Vino de la Eternidad

La imaginación humana y la imaginación Divina son una y la misma. No son dos. Tu imaginación humana tiene el poder de convertir tu agua de vida en el vino de la eternidad. Esto lo harás cuando liberes tu imaginación de sus ataduras de limitación, porque cuando la imaginación es verdaderamente libre, puede lograr milagros.  

La Biblia llama a la imaginación, el salvador del hombre, e identifica a este maravilloso benefactor como Cristo. Cuando Cristo es despertado y nace en ti, tu imaginación humana se convierte en visión divina. Llamada Cristo, tu imaginación individual es el mediador entre el Padre de toda vida y el mundo externo llamado el Hombre. Habiendo imaginado la riqueza, es la imaginación humana quien camina sobre el agua de la vida y niega la evidencia de sus sentidos diciendo: “Yo Soy rico”. Su persistencia media entre Dios y el hombre.

Cada personaje de las Escrituras vive en la mente. Cuando lees la Biblia, vuélvete hacia ti mismo y pregunta: “¿En qué estado estaría si estuviera haciendo esto?” Al leer la historia de Moisés, afirma que eres él. Asume el estado de fe cuando leas acerca de Abraham. Tu eres José, el soñador, y Tomás, el incrédulo; y tú estás destinado a ser Jesucristo, la imaginación despierta y resucitada.

La piel es la cosa más externa que un hombre puede usar. Cuando leas que alguien usa cuero o pelo de camello, estás leyendo de alguien cuya mente está atada al exterior. Su filosofía de vida es externa y depende enteramente de otros. En el capítulo 5 de Marcos, se cuenta la historia de un hombre inocente que, desnudo, vivía entre los muertos y se cortaba a si mismo con las piedras. Cuando la imaginación despierta pasó por allí, el inocente gritó: “No me eches fuera”, y cuando le preguntó su nombre, él respondió: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”.

Un ser aún no individualizado en un sentido espiritual es inocente porque no sabe lo que está haciendo. Él es una Legión porque tiene innumerables “Yo” en él, por ejemplo, “Yo soy enfermizo”, “Yo soy pobre”, “Yo soy débil” y “Yo soy maltratado”, solo por nombrar unos pocos. Viviendo entre la muerte y durmiendo el sueño de muerte, su comprensión literal de la vida y sus causas son piedras que cortan y lastiman. Pero el hombre espiritual tiene una historia personal autodeterminada, un Yo predeterminado. En el reino del espíritu, él se convierte en lo que quiere.

Cuando la conciencia se vuelve hacia el interior, el espíritu despierta a su verdadera identidad. Entonces, expulsa toda creencia en cualquier causa externa, él es vestido en su mente recta y se sienta al pie de quien lo echó fuera. Un milagro es sólo el nombre dado por aquellos que no tienen fe en las obras de la fe.

Se cuenta la historia de un hombre llamado Jairo, cuya hija se creía que estaba muerta. Pero la Imaginación Despierta ignoró el pensamiento y dijo: “No temas, sólo cree”. Llegando a la casa, preguntó: “¿Por qué lloras? La niña no está muerta, sino que duerme.” Entonces tocó a la niña y le dijo: “Yo te digo, levántate.” Inmediatamente, se levantó y caminó. Entonces Jesús se volvió hacia los padres y le dijo: “Denle algo de comer”.  

Cada estado, cada deseo, cada idea es tu hijo. Mirando el deseo, parece estar muerto para ti, el hombre natural. Pero tu “Yo” espiritual sabe que el deseo no está muerto sino durmiendo, esperando ser tocado para su resurrección. Con tu deseo, (el niño) revivido dentro tuyo a través del poder del tacto, debe ser alimentado para provocar su nacimiento. Esto se hace volviendo tu atención a él.

Pasemos ahora al Capítulo 5 del Libro de Juan, donde habla del estanque de Betesda y sus cinco pórticos. Se cuenta la historia de un hombre enfermo que espera el movimiento del agua por un ángel, creyendo que quien entre en la piscina primero, después del movimiento, será sanado. Después de preguntarle si quería ser sanado, la Imaginación despierta dijo: “Levántate, toma tu camilla y camina”, y el hombre fue sanado y, tomando su camilla, se alejó.

La palabra “Betesda” significa “casa de misericordia”. Y el estanque del que se habla aquí es la conciencia que debe ser movida por un ángel (un mensajero de Dios). Cualquier idea que entretengas es ese ángel, moviendo tu conciencia. Al estanque se entra por una simple asunción y se agita mientras te baña en el. “Yo soy” es siempre la primera persona, el tiempo presente. Nadie puede ponerte en el estanque por la afirmación. Aunque aparentemente impotente, descansas en los cinco pórticos o sentidos, cuando aceptas su evidencia y te niega a cambiar tu conciencia. Nadie necesita ayuda. Quién podría estar primero en el estanque aparte del ser que es tu “Yo”. Sabiendo lo que quieres, elévate en la asunción de que tu deseo ya está satisfecho (sanado) y lo será.

En el capítulo 17, Juan se regocija diciendo: “He terminado el trabajo que me encomendaste. Padre, glorifícame en tu presencia con la gloria que tenía contigo antes que el mundo fuera.  Cuando estuve con ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que me diste y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición. Por ellos yo me consagro para que también ellos sean consagrados en la verdad, porque yo habito en ellos y ellos habitan en mí y somos uno “.

El trabajo que te diste a ti mismo para hacer es despertar de este sueño de vida. Habiendo asumido las limitaciones de la carne, despertarás a tu verdadera identidad y te convertirás en tu propia gloria cuando tu yo externo se haga pasivo y el yo interno, dinámico. Ahora, el hijo de perdición es la creencia en la pérdida. Sabiendo que todas las cosas existen en la imaginación humana, nada se puede perder. Cuando te des cuenta de esta verdad, ya no creerás en la pérdida, cumpliendo así las Escrituras.

Lo más difícil de comprender es que no hay nadie fuera del ser. Creyendo que otros necesitaban cambiar, trabajé en ellos, pensando que el mundo sería mucho mejor si ellos fueran diferentes. Entonces yo desperté y me santifiqué, y al hacerlo, ellos fueron santificados, porque yo habito en ellos y ellos habitan en mí y somos uno. No hay nadie a quien cambiar sino al ser.

Al controlar tus pensamientos y permitir que solo fluyan de ti aquellos que se ajustan a tu ideal, tu mundo se remodelará a sí mismo en armonía con ellos. Recuerda, tú no puedes ser consciente de una falla o una grandeza en otra persona sin que esa falla o grandeza no esté presente en ti. Remueve la falla de tu propio “Yo”. Coloca la grandeza allí y observa como tu mundo cambia y refleja tu cambio en la conciencia.

En el capítulo 16 de Mateo, los discípulos fueron interrogados, “¿Quiénes dicen los hombres que es el hijo del hombre?” Ellos dijeron: “Algunos dicen que Juan el bautista, otros Elías, y otros Jeremías, o uno de los profetas”. Luego él preguntó: “Pero ¿quién dices tú que SOY YO? Simón Pedro respondió: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.  

En la actualidad, puedes estar preocupado por lo que otros piensan de ti, pero cuando has despertado a tu verdadera divinidad, no te importará lo que otros piensan. Sabrás por experiencia que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo. La carne y la sangre no te revelarán esto, sino tu Padre que está en los cielos lo revela. Por medio de este conocimiento, has recibido las llaves del reino, y todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra será desatado en el cielo. Habiendo encontrado la respuesta a la eterna pregunta: “¿Quién soy Yo?”, Ningún hombre puede tomar este conocimiento de ti. Esta sabiduría viene de adentro.

Abandónate completamente a una experiencia psicológica. Si te vuelves uno con un estado en tu imaginación, te elevarás a el en la carne. Siendo esto cierto, el tuyo es un viaje de la inocencia a la imaginación a la experiencia.

Tú ya eres la persona que quieres ser. Reclámalo y mañana demostrarás serlo. Por tus frutos serás conocido.

Si hoy tu vida no es lo que quieres que sea, deja de culpar a alguien; sólo sigue trabajando en cambiar tu sentimiento del “Yo” y permanece en tu estado deseado. Persiste…persiste…persiste, en el momento de la no-reacción, las circunstancias cambian.

Nos elevamos por una energía que otros llaman esfuerzo, porque toma energía actuar y reaccionar. Durante todo el día, recuerda tu objetivo identificándote constantemente con él. Deja que tus reacciones fluyan hacia su objetivo. Pide una comprensión cada vez más profunda de lo que ahora crees entender. Confío en que todos tienen el objetivo de ser más grandes. No te limites a ningún libro. Deja de creer que algún hombre puede escribir un libro que sea definitivo con respecto a la verdad. Comienza a empujar. Nadie puede crecer sin superarse. Una actitud diferente es la solución a cada problema. Por tu nueva dirección (actitud) escaparas de lo que se ha envuelto alrededor de ti. No hay nadie a quien cambiar sino al ser, así que empieza a cambiarse hoy mismo.

Lucas estaba hablando de ti cuando hizo esta declaración: “Cuando sus ojos les fueron abiertos y lo reconocieron; pero él desapareció de su vista.”

Cuando tu “Yo” es despertado, encontrarás aquello que has estado buscando, y desaparecerá la creencia en un poder fuera de ti. En el poema de Francis Thompson, “El Sabueso del Cielo”, él cuenta cómo: “Hui de el a través de las noches y los días; hui de el, a traves de los arcos de los años; hui de él a traves de los caminos laberínticos de mi propia mente…”  Sólo para descubrir al final que “Él era mi propio ser”.

Los ojos del hombre están cegados, aunque perseguidos constantemente por el Sabueso del Cielo. Él no puede creer en la no-historicidad de la Biblia, sino que continúa aferrándose a sus pequeñas creencias, aunque no sepa qué hacer con ellas. La gente no busca la verdad; sólo buscan respaldo para sus opiniones. Pero yo les digo: “No piensen que he venido a traer la paz a la tierra, no he venido a traer paz, sino espada. He venido a poner a un hombre contra su padre y a una hija contra su madre y a la nuera contra su suegra, y los enemigos de un hombre serán los de su propia casa”. Cuando llega la verdad, pone a un hombre en guerra consigo mismo, porque descubrirá que ya no puede consentir lo que antes creía.

Comienza ahora y escucha silenciosamente las palabras que deseas escuchar. Por una nueva dirección, internamente, puedes cambiar el curso de tu vida y liberarte de las prisiones de tu mente. Puedes verte a ti mismo mejor mirando la cara de otro, pero no puedes juzgar a uno que no ha despertado del sueño de la vida. Viviendo en su mundo físico, animal, él reacciona mecánicamente y automáticamente, tal como una máquina.

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