“Y los hijos luchaban dentro de ella… y el Señor le dijo: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro y el mayor servirá al menor”. [Génesis 25: 22-23]
La Dualidad es una condición inherente de la vida. Todo lo que existe es doble. El hombre es una criatura dual con principios contradictorios incluidos en su naturaleza. Luchan dentro de él y presentan actitudes a la vida que son antagónicas. Este conflicto es el eterno trabajo, la guerra en el cielo, la lucha de nunca acabar entre el más joven u hombre interior de la imaginación, reafirmando su Supremacía sobre el más viejo o externo hombre de los sentidos.
“Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”. – Mateo 19: 30
“Éste es el que ha de venir tras de mí, el cual es antes de mí”. – Juan 1: 27
“El segundo Hombre es el Señor de los Cielos”. 1 Corintios 15: 47
El hombre comienza a despertar a la vida imaginativa en el momento en que siente la presencia de otro ser dentro de él.
Dos naciones hay en tu seno, razas rivales desde nacimiento; una ganará la autoridad y el mayor servirá al menor.
Hay dos centros distintivos de pensamiento o perspectivas en el mundo que posee cada hombre. La Biblia habla de estas dos perspectivas como natural y espiritual.
“El hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente”. – 1 Corintios 2: 14
El cuerpo interno del hombre es tan real en el mundo de las experiencias subjetivas como su cuerpo físico externo es real en el mundo de realidades externas, pero el cuerpo interno expresa una parte más fundamental de la realidad. Este cuerpo interno que existe en el hombre debe ser conscientemente ejercitado y dirigido. El mundo interno de pensamiento y sentimiento con el cual el cuerpo interno está en sintonía tiene su propia estructura real y existe en su propio espacio elevado.
Hay dos tipos de movimientos, uno acorde con el cuerpo interno y otro acorde con el cuerpo externo. El movimiento acorde con el cuerpo interno es causal, pero el movimiento externo es bajo compulsión. El movimiento interno determina lo externo, al cual está unido, trayendo hacia lo externo un movimiento que es similar a las acciones del cuerpo interno. El movimiento interno es una fuerza por la cual todos los eventos se llevan a cabo. El movimiento externo está sujeto a la compulsión aplicada por el movimiento del cuerpo interno.
Cuando las acciones del cuerpo interno se igualan a las acciones que debería tomar lo externo para apaciguar el deseo, ese deseo será realizado.
Construye mentalmente un drama que implique que tu deseo es realizado y uno que involucre movimiento del ser. Inmoviliza tu cuerpo físico externo. Actúa precisamente como si fueras a tomar una siesta y comienza la acción predeterminada en la imaginación. Una vívida representación de la acción es el comienzo de esa acción. Luego, mientras te vas quedando dormido, conscientemente imagínate dentro de la escena. No importa la duración del sueño, una pequeña siesta es suficiente, pero llevar la acción en el sueño hace que la fantasía se haga realidad.
Al principio tus pensamientos pueden ser como ovejas sueltas sin pastor. No te desesperes. Si tu atención se desvía setenta veces siete, tráela de nuevo setenta veces siete a su curso predeterminado, hasta que por cansancio siga el camino señalado. El viaje interno nunca debe ser sin dirección. Cuando tomes la ruta interna, es para hacer lo que hiciste mentalmente antes de comenzar. Vas por el premio que ya has visto y aceptado.
En La Ruta a Xanadu, el profesor John Livingston Lowes dice: “Pero por largo tiempo he tenido el sentimiento, el cual este estudio ha transformado en convicción, que Fantasía e Imaginación no son dos poderes, sino uno. La válida distinción que existe entre ellos yace, no en los materiales con los cuales operan, sino en el grado de intensidad del poder operante en sí. Trabajando en alta tensión, la energía imaginativa asimila y transmuta; con menor intensidad, la misma energía agrega y junta esas imágenes que en su más alto tono, las fusiona indisolublemente en una. La fantasía ensambla, la imaginación fusiona”.
Aquí tienen una aplicación práctica de esta teoría. Un año atrás, una chica ciega que vivía en la ciudad de San Francisco se encontró con un problema de transporte. Un cambio en la ruta de los autobuses la forzó a hacer tres transbordos entre su casa y su oficina. Esto alargó su viaje de quince minutos a dos horas y quince minutos. Ella pensó seriamente en este problema y llegó a la conclusión de que un automóvil sería la solución. Ella sabía que no podía conducir un auto, pero sintió que podría ser llevada en uno. Poniendo esta teoría a prueba, que “cuando las acciones del ser interior corresponden a las acciones que el ser físico exterior debe tomar para apaciguar el deseo, ese deseo será realizado”, ella se dijo a sí misma, “Me sentaré aquí e imaginaré que estoy siendo conducida a mi oficina”.
Sentada en su living, comenzó a imaginarse sentada en un auto. Ella sintió el ritmo del motor. Se imaginó que olía el olor de gasolina, sintió el movimiento del auto, tocó la manga del conductor y sintió que el conductor era un hombre. Sintió el auto frenar y dirigiéndose hacia su compañero dijo – “Muchas gracias Señor”- A lo que él respondió – “El placer es todo mío”. Luego ella salió del auto y escuchó el golpe de la puerta al cerrarla.
Ella me dijo que centró su imaginación en estar en un auto y, aunque era ciega, veía la ciudad desde su viaje imaginario. Ella no pensó en el viaje. Ella pensó desde el viaje y todo lo que ello implicaba. Este viaje intencional controlado y dirigido subjetivamente, elevó su imaginación a su máxima potencia. Ella mantuvo su propósito siempre frente a ella, sabiendo que había cohesión en el intencional movimiento interno. En estos viajes mentales debe sostenerse una continuidad emocional – la emoción del deseo cumplido. La expectativa y el deseo estaban tan intensamente unidos que pasaron directo desde el estado mental al acto físico.
El ser interno se mueve mejor a través del curso predeterminado, cuando colaboran las emociones. El ser interno debe ser encendido, y se enciende mejor a través de pensamientos de grandes obras y ganancia personal. Debemos tener placer en nuestras acciones.
En dos días consecutivos, la chica ciega tomó su viaje imaginario, dándole todo el placer y viveza sensorial de la realidad. Unas horas después de su segundo viaje imaginario, un amigo le contó sobre una historia que leyó en el diario de la tarde. Era la historia de un hombre que estaba interesado en los ciegos. La chica ciega lo llamó y le contó su problema. Al día siguiente, en su camino a casa, él se detuvo en un bar y mientras estaba allí sintió la urgencia de contarle la historia de la chica ciega a su amigo, el dueño. Un perfecto extraño, al escuchar la historia, se ofreció a llevar a la chica ciega a su casa todos los días. Entonces, el hombre que contó la historia le dijo, “Si tú la llevas a su casa, yo la llevaré al trabajo”.
Esto fue hace más de un año, y desde ese día, la chica ciega ha sido llevada hacia y desde su oficina por estos dos caballeros. Ahora, en lugar de pasar dos horas y quince minutos en tres autobuses, ella llega a su oficina en menos de quince minutos. Y en ese primer viaje a su oficina, ella se dirigió a su buen Samaritano y dijo – “Muchas gracias señor”- a lo que él respondió – “El placer es todo mío”.
Por lo tanto, los objetos de su imaginación eran para ella las realidades para las cuales la manifestación física fue tan solo el testigo. El principio animador determinante fue el viaje imaginario. Su triunfo puede ser una sorpresa sólo para aquellos que no sabían de su viaje interno. Ella mentalmente vio el mundo desde este viaje imaginario con tal claridad de visión que cada aspecto de la ciudad era identificado. Estos movimientos internos no sólo producen movimientos externos correspondientes: esta es la ley que opera por debajo de todas las apariencias físicas. Aquel que practica estos ejercicios de bilocación desarrollará inusuales poderes de concentración y quietud, e inevitablemente logrará una conciencia despierta en el mundo interno y dimensionalmente más grande. Realizándolo fuertemente, ella cumplió su deseo, porque al ver la ciudad desde el sentimiento de su deseo cumplido, ella igualó el estado deseado y se concedió a ella misma lo que los hombres dormidos le piden a Dios.
Para realizar tu deseo, debe comenzar una acción en tu imaginación, separada de la evidencia de los sentidos, involucrando el movimiento del ser e implicando el cumplimiento de tu deseo. Siempre que sea la acción que el ser externo toma para apaciguar al deseo, ese deseo se realizará.
El movimiento de cada objeto visible es causado no por cosas externas al cuerpo, sino por cosas dentro de el, que operan desde adentro hacia afuera. El viaje es dentro de ti. Tú viajas a través de las autopistas del mundo interno. Sin movimiento interno, es imposible generar nada. La acción interna es sensación introvertida. Si mentalmente construyes un drama que implique que ya has realizado tu objetivo, entonces cierra los ojos y deja tus pensamientos internamente, centrando tu imaginación todo el tiempo en la acción predeterminada y participa en esa acción, entonces te convertirás en un ser autodeterminado.
La acción interna ordena todas las cosas de acuerdo a su naturaleza. Pruébalo, y observa que un deseable ideal una vez formulado es posible, ya que sólo por medio de este proceso de experimentación puedes realizar tus potencialidades. Es así que este principio creativo es realizado. Entonces la clave para vivir con propósito es centrar tu imaginación en la acción y sentimiento del deseo cumplido con tal consciencia, tal sensibilidad, que tú inicias y experimentas el movimiento a través del mundo interno.
Las ideas sólo actúan si son sentidas, si despiertan el movimiento interno. El movimiento interno es condicionado por automotivación, el movimiento externo por compulsión.
“Yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies”. -Josué 1: 3
“El Señor tu Dios está en medio de ti, poderoso”. – Sofonías 3:17