Neville 1953
Para el beneficio de los que no estuvieron presentes el domingo pasado, déjenme que les haga un resumen rápido del pensamiento expresado aquí. Expusimos que el mundo es una manifestación de la conciencia, que el entorno, las circunstancias y las condiciones de vida del individuo son tan sólo la proyección del estado de conciencia particular en el que aquel individuo permanece. Por lo tanto, el individuo ve lo que sea que es él, por virtud del estado de conciencia desde el cual mira el mundo. Cualquier intento por cambiar el mundo exterior antes de que cambie la estructura interna de su mente, es trabajar en vano. Todo sucede en orden. Todos aquellos que nos ayudan o nos ponen trabas, ya sea que lo sepan o no, son los sirvientes de esta ley, que constantemente moldea las circunstancias externas en armonía con nuestra naturaleza interna.
El domingo pasado les pedimos que distinguieran entre la identidad individual y el estado que están ocupando. La identidad individual es el Hijo de Dios. Es este Yo cuando hablo de ti o para ti, o que hablo de mí mismo, me refiero realmente a nuestra imaginación. Eso es permanente. Se fusiona con un estado y cree el mismo ser ese estado con el que está fusionado, pero en cualquier momento del tiempo es libre de elegir el estado con el cual se identificará.
Y eso nos trae al tema de hoy, – “Cambiando el sentimiento del Yo” – y espero no recibir la misma reacción que fue escrita en el capítulo 6 del libro de Juan. Porque se nos dijo que cuando esto fue dado al mundo, todos lo abandonaron, y tan solo unos pocos se quedaron. Porque cuando él les dijo que no había nadie a quien cambiar excepto a uno mismo, ellos dijeron que esto era una enseñanza muy, muy difícil. Es algo muy difícil. ¿Quién puede escucharlo? Porque él dijo, “Ningún hombre viene a mi salvo que yo lo llame”. Y luego se dice que cuando lo repitió tres veces lo abandonaron, nunca más caminaron junto a él. Y él se volvió hacia los pocos que permanecieron y les preguntó: ¿Ustedes también se marcharán?; y ellos le respondieron: ¿A quién podríamos acudir? Tú tienes la palabra de la vida eterna.
En otras palabras, es mucho más fácil cuando puedo culpar a otro por mis desgracias, pero ahora que se me dijo que ningún hombre viene a mí a menos que yo lo llame, que yo soy el único arquitecto de mis fortunas y mis desgracias, es algo difícil de decir, y así fue escrito “Es algo difícil de decir. ¿Quién puede escucharlo? ¿Quién puede aceptarlo? ¿Y quién puede creerlo?; y entonces él dijo: Y ahora yo me santifico a mí mismo para que ellos también sean santificados a través de la verdad; porque si esto es la verdad, entonces no hay nadie a quien cambiar, a nadie a quien completar, nadie a quien purificar salvo a mí mismo”.
Así que empezamos con el “Yo”. La mayoría de nosotros, somos totalmente inconscientes del ser que realmente apreciamos. Nunca hemos observado verdaderamente al ser, así que no conocemos a este ser, porque el “Yo” no tiene ni cara, ni forma, ni figura, pero se moldea a sí mismo en la estructura de todo lo que consiente, todo lo que cree, y muy pocos de nosotros sabemos realmente en qué creemos. No tenemos la menor idea de las innumerables supersticiones y prejuicios que están moldeando este Yo interno y sin-forma hacia una forma que luego es proyectada como el entorno de ese hombre, como las condiciones de su vida.
Así que léelo cuidadosamente cuando llegues a tu casa, “Ningún hombre viene a mí salvo que yo lo llame. Ustedes no me eligieron a mí; yo los elegí a ustedes”; “Ningún hombre me puede quitar la vida; yo mismo la entrego”. No hay ningún poder que me quite nada que no sea parte de la organización interna de mi mente. “Todo lo que me has dado, me lo he quedado, y nada se pierde, salvo el hijo de la perdición o la creencia en Dios, y como nada puede ser perdido salvo la creencia de perder, yo no asumiré ahora la pérdida de nada de lo que me hayas dado que sea bueno. Así que me santifico a mí mismo para que ellos sean santificados por la verdad.”
Y ahora, ¿Cómo vamos a cambiar el “Yo”? Primero que nada, debemos descubrir el “Yo”, y hacemos esto con una observación no-critica a nuestro ser. Esto revelará a un ser que te dejará perplejo. Estarás totalmente… yo no diría aterrado, sino avergonzado de admitir que nunca haz conocido criatura tan precaria. Y si hubiese sido Dios mismo que se acercara a esta despreciable forma, lo hubieras negado mil veces antes de que el gallo cantara. No podrás creer que éste es el ser con el que has andado y al que has protegido y excusado y justificado. Luego comienzas a cambiar a este ser después de que, por medio de la observación no-crítica, haces el descubrimiento de este ser. Porque la aceptación del propio ser es la esencia del problema moral del mundo. Es el epítome de la verdadera observación de la vida, porque es la única causa de todo lo que observas.
Tu descripción del mundo es una confesión del ser que tú no conoces. Tú describes a otro, tú describes a la sociedad, tú describes lo que sea y tu descripción de lo que observas, revela a aquel que conoce esta ley, quién eres realmente. Así que primero tienes que aceptar ese ser. Cuando ese ser es aceptado, puedes comenzar a cambiar. Es mucho más fácil tomar las virtudes de los evangelios y aplicarlas como la palabra de vida, amar al enemigo, bendecir a aquellos que nos maldicen y alimentar a los hambrientos. Pero cuando el hombre descubre que el ser que debe ser alimentado, el ser que debe ser vestido, el ser que debe ser protegido, el enemigo más grande de todos, es ese propio ser, entonces se siente avergonzado, completamente avergonzado de que ese es el ser; porque era más fácil compartir con otro algo que poseía, o tomar un abrigo extra y dárselo a otro, pero sé que la verdad no es esa. Comienzo con mi propio ser, habiéndolo descubierto, y comienzo con el cambio de ese ser.
Ahora, déjame contarte una historia. Hace unos años atrás, yo estaba en esta ciudad dando una serie de conferencias cerca de ese lago – no me puedo acordar el nombre del lago, pero hablé en la zona de Parkview Manor – y en esa audiencia había un caballero que quería conversar antes de la reunión. Cruzamos la calle y fuimos a un pequeño parque que había allí, y él me dijo que tenía un problema que no tenía solución. Yo le dije: “No existe semejante cosa como un problema que no tenga solución”. – él dijo – “Pero usted no conoce mi problema. No es un estado de salud, se lo aseguro; se trata de la piel que yo tengo”. Yo le dije: ¿Qué problema tiene con su piel? Yo la veo maravillosa”. Él me dijo: “Mire el pigmento de mi piel. Yo por accidente de nacimiento, ahora soy discriminado por ella. Las oportunidades para progresar en este mundo me son negadas tan sólo por el accidente de nacimiento, porque nací como hombre de color. No tengo oportunidades para avanzar en ningún campo; no puedo mudarme al vecindario en el cual me gustaría vivir y desarrollar una familia; donde me gustaría abrir un negocio, no puedo mudarme a esa área.” Luego le conté mi propia experiencia personal, de cuando vine a este país. Yo no tenía su problema, pero yo era un extranjero en medio de todos los norteamericanos. A mí no me pareció difícil. Él me dijo: “Pero ese no es mi problema, Neville. Otros han venido aquí hablando con acento, pero no tienen mi piel, y yo nací como norteamericano.” Luego le conté una experiencia que tuve en la Ciudad de Nueva York. Si yo tuviera que nombrar a un hombre al que considero mi maestro, yo nombraría a Abdullah. Yo estudié con este caballero por cinco años. Él tenía el mismo color de piel, el mismo pigmento de este caballero. Él no permitía nunca que nadie se refiera a él como un hombre de color. Él estaba muy orgulloso de ser negro y no quería ninguna modificación de cómo Dios lo había hecho. Se dirigió hacia mí y me preguntó: ¿Alguna vez has visto una foto de la Esfinge?, yo le dije: “Sí”. Él me dijo: “Personifica a los cuatro cuartos fijos del Universo. Tienes el león, el águila, el toro y el hombre. Y aquí está el hombre que es la cabeza. La corona de esa criatura llamada Esfinge, que todavía desafía el conocimiento del hombre para descifrarla, fue coronada con la cabeza de un humano. Y mira cuidadosamente a la cabeza, Neville, y verás que quien sea que moldeó esa cabeza debe haber sido un negro. Quien sea que la haya modelado tenía la cara de un negro, y si eso aún desafía la capacidad del hombre para descifrarlo, yo estoy muy orgulloso de ser un negro.” Yo he visto a científicos, doctores, abogados, banqueros, de todos los ámbitos, tratando de conseguir una reunión con Abdullah, y todos los que iban a él se sentían honrados al ser admitidos en su hogar y obtener una entrevista con él. Si lo invitaban a algún evento, y lo hacían, él era siempre el invitado de honor. Él me dijo: “Neville, debes primero comenzar contigo mismo. Encuentra a tu propio ser, nunca estés avergonzado por el ser que tú eres. Descúbrelo y comienza el cambio de ese ser.”
Bueno, yo le dije a este caballero exactamente lo que me enseñó Abdullah, que no había causa fuera del orden de su propia mente. Si él era discriminado, no era por culpa del pigmento de su piel, aunque él me haya mostrado carteles gigantes que le prohibían acceso a ciertas áreas. Los carteles estaban allí sólo porque en las mentes de algunos hombres se formaron tales patrones y atraen hacia ellos lo que ahora condenarían. No hay poder afuera de la mente del hombre que pueda afectar al hombre, y él, por el orden de su propia mente, al dar consentimiento a estas restricciones desde la cuna y lentamente siendo condicionado durante su juventud, camina hacia su adultez creyendo que lo que se ha fijado tendrá que ser siempre así, pero “ningún hombre viene a mí salvo que yo lo llame”. Entonces alguien viene, para condenarme o alabarme. No podrían venir a menos que yo los haya llamado. No un hombre llamado Neville, sino ese ser secreto que no se llama Neville. El ser secreto que es la suma total de todas mis creencias, de todas las cosas a las que les doy consentimiento, eso que forman un patrón de estructura, ese ser secreto atrae hacia sí mismo las cosas que están en armonía consigo mismo.
Bueno, este hombre se fue y luchó consigo mismo. Él no podía creer todo lo que le dije, no aquella noche, pero el domingo pasado por la mañana, vino hacia mí y retomamos la amistad. Me llevó a la puerta del lado para mostrarme los frutos de esta enseñanza. Me dijo: “Neville, me llevó casi tres años realmente superar esa idea fija de que yo, por accidente de nacimiento, era un ciudadano de segunda clase, pero la superé. Ahora, aquí está mi oficina en Wilshire Boulevard. Elegí ésta, no porque era la única que se ofrecía; me ofrecieron otras cuatro oficinas igualmente hermosas. Elegí ésta porque tenía mejores facilidades telefónicas, pero las otras eran igual de buenas. Ahora, ésta es mi oficina. Tú no podrías adivinar mi salario con esta oficina, hermosa como es. Todo está bien, Neville, este año recibiré un cuarto de millón de dólares.”
Bueno, en Norteamérica eso es una fabulosa suma de dinero. Sería deslumbrante en cualquier otra parte del mundo pero aun así, en la fabulosa Norteamérica, que un hombre reciba un cuarto de millón de dólares es realmente algo de alto rango. Y ese era el hombre que hace unos años me dijo que el mundo entero estaba en su contra por el accidente de nacimiento. Él sabe ahora, que él es quien es por virtud del estado de conciencia con el cual él se identifica, y la elección es suya si quisiera volver a las restricciones de su niñez cuando creía esa historia, o continuar en la libertad que ha encontrado.
Así que tú y yo podemos ser cualquier cosa que deseemos ser en este mundo, si claramente definimos nuestro objetivo en la vida y lo ocupamos constantemente. Debe ser habitual. El concepto que tenemos de nuestro propio ser que es noble, no debe ser puesto por un momento y sacado cuando dejamos este lugar. Aquí nos sentimos libres; sentimos que tenemos algo en común; por eso es que estamos aquí, pero ¿nos pondremos ese concepto noble que ahora sostenemos de nuestro propio ser, cuando salgamos por esas puertas y nos subamos al autobús? ¿O volveremos a las restricciones que sosteníamos, antes de venir aquí? La elección es nuestra y la lección más difícil de aprender es que no hay nadie en este mundo que puedas atraer hacia a ti, a menos que tú, y solamente tú, lo llames.
Así que no hagas lo que hicieron miles de años atrás, porque eso es el comienzo de la separación de la gran verdad. Se nos dijo que ellos le dieron la espalda, nunca más le escucharon, y tampoco les agradó a los pocos que permanecieron, pero ¿a dónde podrían ir, si esta es la palabra de la verdad eterna? No es que sea verdad para este día y esta época, sino esta es la ley del ser y se mantiene en todas las dimensiones de mi ser, si esto es eternamente verdad, entonces déjame aprender la lección ahora, aunque tenga que luchar conmigo mismo como lo hizo él, hace tres años. Así que cambiar el sentimiento del “Yo”, es una cosa selectiva, porque estados innumerables son estados infinitos, pero el “Yo” no es un estado. El “Yo”, cree ser el estado cuando entra y se fusiona con el.
Este hombre, fue presentado con un estado y sin la facultad de discernir en su juventud, él se fusionó con ese estado y creyó que estas restricciones eran ciertas y le llevó tres años desenredar el “Yo” de esas ideas fijas con las que había vivido por tantos años. Ahora, a ti te podría llevar tan sólo un momento, o quizás tú también necesites tres años. No puedo decirte cuánto tiempo te va a llevar, pero si puedo decirte esto: Puede ser medido por el sentimiento de naturalidad. Tú puedes llevar puesto un sentimiento hasta que se sienta natural. En el momento en que ese sentimiento se hace natural, comenzará a dar fruto dentro de tu mundo.
He contado esta historia en una pequeña reunión aquí en la ciudad y no muchos hicieron preguntas al respecto; pero tres personas preguntaron: “Pero ese hombre, seguro que tenía dinero desde antes. Él seguro conocía a la gente indicada. Él debe haber tenido, de alguna manera, algunos fondos para comenzar, porque: ¿Cómo pueden salir a préstamo cien millones de dólares y llamar a eso un hecho real, que realmente tengas ese préstamo, y dime no conocías a alguien que lo tuviera, o tú, tú mismo, no lo tenías antes?”. Yo no le pregunté al caballero los hechos particulares del caso. Yo fui a la oficina, la vi, yo no miré sus libros contables; él me dio esta información y me habló del número de un cuarto de millón de dólares por año. Yo no he chequeado ni verificado de ninguna forma esta declaración; yo implícitamente le creí. Pero yo no me dejaré llevar por aquellos que creen que a menos que tengas ciertas cosas para comenzar, no puedes aplicar esta ley.
Tú puedes comenzar ahora desde cero y elegir el ser que quieres ser. Tú no vas a cambiar el pigmento de tu piel, pero te darás cuenta que tu acento o el pigmento de tu piel, o tu llamado “origen racial”, no serán un obstáculo, porque si un hombre alguna vez es obstaculizado, sólo puede ser el estado de conciencia en el cual él permanece, lo que le obstaculiza. El hombre es liberado o limitado por el estado de conciencia en el que persiste. Si tú persistes en ello, bueno, te diré “entonces persiste en ello”, pero te advierto que a nadie le importará, y eso es un golpe terrible cuando un hombre descubre que a nadie, a nadie más que a él mismo realmente le importa.
Así que nos encontramos a nosotros mismos llorando con nosotros mismos en la esperanza de que otros vengan a llorar con nosotros. Y qué horrible golpe cuando llega el día en que nos damos cuenta que realmente a nadie le importa. Ellos nos escuchan un momento cuando pasan, pero realmente no les importa. Cuando descubrimos eso, nos sacudimos hasta salir de ese estado y valientemente nos apropiamos del regalo que nuestro Padre nos dio desde antes de que el mundo existiera. Así que déjame mostrarte el regalo. Tú has leído el Padre Nuestro, posiblemente todos los días, pero lo leíste como una oración que es una traducción de una traducción, la cual no revela lo que el evangelista quería decir. La verdadera traducción la encontrarás en el trabajo de Ferrar Fenton, donde la oración original fue escrita en el modo pasivo imperativo, que es como una orden permanente, algo que debe ser hecho absoluta y continuamente. Para que ahora puedas observar a tu universo como una vasta maquinaria interconectada donde todas las cosas suceden.
No hay nada que tenga que hacerse, todas las cosas están sucediendo, así que fue escrita de esta manera: “Tu voluntad debe estar siendo hecha. Tu Reino debe estar siendo restaurado.” Es la única manera en que lo podrías expresar si quisieras expresar el modo imperativo pasivo. Pero desde el latín del cual nuestra traducción fue hecha, no hay modo imperativo pasivo. Así que la tenemos de la manera en que la tenemos, pero no revela la intención de los misterios. Si tú vieras que todas las cosas son ahora, que tú no te conviertes, sino tú simplemente eliges el estado que ocuparías. Al ocuparlo, pareciera que te estás convirtiendo, pero esto ya es un hecho, cada aspecto de ese estado en el más mínimo detalle, ya está elaborado y ya está tomando lugar. Tú, al ocupar el estado, pareciera que vas a través de la acción de desarrollar ese estado, pero el estado ya está completamente terminado y ya está tomando lugar. Así que ahora puedes elegir el ser que quieres ser y, al elegir cualquier ser que no sea el que estás expresando ahora, tú comienzas a cambiar el sentimiento del “Yo”.
Ahora, ¿cómo sabré que he cambiado el sentimiento del “Yo”? Comenzando primero con una observación no-crítica de mis reacciones a la vida, y luego notando mis reacciones cuando pienso que estoy identificado con mi elección. Si yo asumo que soy el hombre que quiero ser, déjame observar mis reacciones. Si son las mismas que eran antes, yo no me he identificado con mi elección, porque mis reacciones son automáticas y si yo hubiera cambiado, automáticamente yo cambiaría mis reacciones a la vida. Así que el cambio del sentimiento del “Yo” resulta en un cambio de reacción, y dicho cambio de reacción es un cambio de entorno y de comportamiento.
Pero déjame advertirte lo siguiente: Una pequeña alteración de nuestro estado de ánimo no es una transformación; no es un cambio real de consciencia. Porque si cambio mi estado de ánimo por un momento, podría rápidamente ser reemplazado por otro estado de ánimo en dirección contraria. Cuando yo digo que he cambiado, como ese caballero cambió su estado de ánimo, su estado básico, su estado de consciencia, significa que habiendo asumido que Yo Soy lo que el momento niega, lo que mi razón niega, yo permanezco en ese estado lo suficiente como para hacer que el estado sea estable. Así, todas mis energías fluyen desde ese estado. Yo ya no pienso en ese estado. Yo estoy pensando desde ese estado. Así que cuando un estado se vuelve tan estable hasta expulsar definitivamente todos sus rivales, entonces ese estado de conciencia central, habitual, desde el cual yo pienso, define mi carácter y es una verdadera transformación o cambio de consciencia.
Cuando llego a ese estado de estabilidad, entonces observo cómo mi mundo se moldea a sí mismo en armonía con mi cambio interno. Y los hombres vendrán a mi mundo, la gente vendrá a ayudarme, y creerán que ellos están iniciando el impulso de ayudar. Ellos tan sólo están jugando su papel. Ellos deben hacer lo que hacen, porque yo he hecho lo que hice. Habiéndome movido de un estado a otro, he alterado mi relativa relación al mundo que me rodea y esa cambiada relación obliga un cambio en comportamiento relativo a mi mundo. Así que ellos tienen que actuar de manera diferente hacia mí.
Así que, al cambiar el “Yo”, tú comienzas con el deseo. El deseo es donde comienza la acción, porque tú debes querer ser otro de quien ya eres. Nosotros fallamos, porque no nos enamoramos lo suficiente de una idea. Yo diría que, no somos movidos lo suficiente para querer ser otro del que ya somos. Si yo pudiera lograr que tú te enamores completamente de un estado, a punto tal que tu mente fuera poseída por el, yo casi podría profetizar que tú, en un futuro no muy distante, externalizarías ese estado en tu mundo. Y la razón por la cual fallamos es porque no estamos lo suficientemente hambrientos por cambiar. Porque, o bien no conocemos la ley, o no tenemos la urgencia o el hambre para realmente hacer el cambio.
El cambio del sentimiento del “Yo” resulta en el cambio de reacción y el cambio de reacción resulta en un cambio de tu mundo. Si te gusta tu mundo y estás complacido con el, todavía no has comenzado el camino de los misterios, porque la primera bienaventuranza apela a alguien que no está complacido. “Bienaventurados los pobres en espíritu” [Mateo 5: 3]. Tú debes ser pobre en espíritu, no complacido, no satisfecho. El hombre que piensa que por causa de nacimiento, la religión que heredó al nacer es suficiente para él, no está insatisfecho; él no es, yo diría, movido. Ese ser está complacido y por lo tanto no es pobre en espíritu; él es muy rico en espíritu. No es para ellos el Reino de los Cielos. Porque si yo pudiera sacudirte, hacerte sentir insatisfecho contigo, entonces reconocerías a ese ser y te propondrías cambiarlo. Porque el único campo de actividad del hombre está dentro de él, y en él mismo. Tú no trabajas en el otro. El día que cambias tu ser, ese día tu cambias tu mundo.
Ahora, veo que mi tiempo está llegando pronto a su final. Así que en los minutos restantes que tengo aquí, no te insistiré, porque si vienes a la reunión mañana en la noche sin tener mucha hambre, no te beneficiaría, pero sí espero, que muchos de ustedes estén allí. Si estás movido al punto de querer intentarlo, yo te diría que desapruebes lo que te dije, yo aceptaría ese desafío, porque en el intento de refutarlo, yo sé que si tú fueras sincero en tu intento, tú lo comprobarías.
Así que espero que muchos de ustedes vengan y tomen este festín con nosotros. Estaremos aquí en la ciudad en el Teatro Ebell por quince noches, de lunes a viernes como les dijo el Señor Smith, por tres semanas consecutivas. Si no pueden venir a todas las noches, aunque espero que muchos sí puedan, entonces elijan el título que más les atraiga. Para mí lo más básico es la importancia de definir una meta en este mundo, tener un objetivo, porque sin una meta, estás sin dirección. Y tú has sido advertido en la epístola de Santiago que: “El hombre de doble ánimo es inestable en todos sus caminos. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor; porque él es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra”. Ese hombre nunca alcanza su objetivo. Así que tú debes tener una meta, y mañana por la noche, te mostrare la importancia de definir el deseo. Existen ciertas escuelas que te enseñan que debes matar el deseo; nosotros te enseñamos a intensificar el deseo, y te mostramos el motivo de tal enseñanza, te mostramos lo que la Biblia enseña sobre el deseo.
Y ahora, les daremos la ayuda que muchos de ustedes nos han pedido hoy. Aquellos que no estuvieron aquí el domingo, déjenme que les recuerde que es una técnica muy simple. Como les dije el domingo, cada vez que tú ejercitas tu imaginación y lo haces amorosamente en nombre de otro, tú estás mediando a Dios con el hombre. Así que nos sentamos calladamente y simplemente nos convertimos en imitadores de nuestro Padre. Y Él llamó al mundo para que existiera, siendo la cosa que él llamaría. Así que nos sentamos y escuchamos como si oyéramos a alguien felicitándonos por haber encontrado lo que buscábamos. Así que vamos al final del asunto y escuchamos tal como si lo hubiéramos oído y miramos tal como si hubiéramos visto, y de esta manera tratamos de sentirnos a nosotros mismos justo en medio de la situación de nuestras oraciones respondidas y allí esperamos en el silencio por aproximadamente dos minutos y apagaremos las luces para ayudarte.
Y déjenme que les recuerde que, si quieres aclarar tu garganta, por favor hazlo. Si quieres cambiar tu posición en la silla, hazlo. Siente como si estuvieses solo en casa, porque si no lo haces e intentas no molestar al que está al lado, no podrás ejercitar tu imaginación en nombre de nadie. Ahora tomaré la silla y solo escucha atentamente, como si lo hubieras oído. Te haré esta promesa: el día que estés muy quieto en la mente y realmente estés atento, oirás como si viniera de afuera, lo que realmente estás susurrando desde dentro de ti mismo.