“Así pues, oigan bien, pues al que tiene, más le será dado y al que no tiene, aun lo que cree que tiene se le quitará”. – Lucas 8:18
La Biblia, que es el libro psicológico más grande que alguna vez se haya escrito, advierte al hombre a ser consciente de lo que escucha; luego sigue esta advertencia con el estado, “Al que tiene se le dará y al que no tiene, le será quitado”. Aunque muchos miran esta afirmación como uno de las más crueles e injustos dichos atribuidos a Jesús, sigue siendo una ley justa y misericordiosa basada en el inmutable principio de expresión de la vida.
La ignorancia del hombre sobre el funcionamiento de la ley no lo disculpa ni lo salva de los resultados. La ley es impersonal y, por lo tanto, no hace acepción de personas. El hombre es advertido de ser selectivo en lo que escucha y acepta como verdadero. Todo lo que el hombre acepta como verdadero deja una impresión en su conciencia y debe en el tiempo debe probarse o refutarse.
La audición perceptiva es el medio perfecto a través del cual el hombre registra impresiones. Un hombre debe disciplinarse para escuchar solo lo que él quiere escuchar, independientemente de los rumores o que la evidencia de sus sentidos muestre lo contrario. Cuando él condiciona su oído perceptivo, él solo reaccionará a esas impresiones que él ha decidido. Esta ley nunca falla. Totalmente condicionado, el hombre se vuelve incapaz de escuchar a los demás más que aquello que contribuye a su deseo.
Dios, como has descubierto, es esa conciencia incondicionada que te da todo aquello que eres consciente de ser. Ser consciente de ser o tener algo es ser o tener aquello de lo que eres consciente. Sobre este principio inmutable descansan todas las cosas. Es imposible que nada sea diferente de lo que es consciente de ser. “Al que tiene (lo que él es consciente de ser) se le dará”. Bueno, malo o indiferente, no importa, el hombre recibe multiplicado cien veces aquello que él es consciente de ser. De acuerdo con esta ley inmutable, “al que no tiene, le será quitado y agregado al que tiene”, el rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre. Tú solo puedes amplificar aquello que eres consciente de ser.
Todas las cosas gravitan hacia esa conciencia con la cual están en sintonía. Del mismo modo, todas las cosas se escapan de esa conciencia con la cual están fuera de tono. Divide la riqueza del mundo igualmente entre todos los hombres y en poco tiempo esta equitativa división será, como originalmente, desproporcionada. La riqueza encontrará su camino de regreso a los bolsillos de aquello de quienes fue tomada. En lugar de unirse al coro de los que no-tienen que insisten en destruir a aquellos que tienen, reconoce esta inmutable ley de expresión. Conscientemente defínete como aquello que deseas.
Una vez definido, establecido tu reclamo consciente, continua en esta confianza hasta que se reciba la recompensa. Tan seguro como el día sigue a la noche, cualquier atributo reclamado conscientemente, se manifestará a sí mismo. Por lo tanto, lo que para el durmiente mundo ortodoxo es una ley cruel e injusta se convierte para los iluminados una de las declaraciones de verdad más misericordiosas y justas.
“No he venido para destruir sino para cumplir”. Nada en realidad es destruido. Cualquier aparente destrucción es el resultado de un cambio en la conciencia. La conciencia siempre llena por completo el estado en que habita. El estado del cual la conciencia es separada, parece ser destructivo para aquellos que no están familiarizados con esta ley. Sin embargo, esto es sólo la preparación para un nuevo estado de conciencia.
Afirma ser aquello que quieres que se cumpla. “Nada se destruye. Todo se cumple”. “Al que tiene, le será dado “.