Neville Goddard

en Español

El Juego de la Vida

07-03-1969

Como todo juego, el juego de la vida se juega dentro del marco de ciertas reglas, y cualquier violación de esas reglas conlleva una penalidad. Tú y yo estamos jugando a este juego desde la mañana hasta la noche, por lo tanto, deberíamos aprender sus reglas para jugarlo bien.

En el capítulo diez, versículo veinte de Eclesiastés, se nos entrega esta regla: “Ni aun en tu recámara maldigas al rey, ni en tus alcobas maldigas al rico, porque un ave de los cielos llevará el rumor, y un ser alado hará conocer el asunto”. Y Marcos nos entrega otra: “Cualquier cosa que desees, cree que la has recibido y la recibirás”.

Si tienes que creer que has recibido tu deseo para obtenerlo, entonces, debes iniciar tu juego creyendo que está terminado. Debes sentirte dentro de tu objetivo y participando en él. Y debes persistir en ese sentimiento para conseguirlo.

Ahora, otra regla es dicha de esta manera: “Echa tu pan sobre las aguas y después de muchos días lo hallarás”. En otras palabras, no te preocupes de cómo va a suceder, simplemente hazlo. Esta afirmación no tiene nada que ver con hacer el bien como el mundo define la palabra. Jesús era un carpintero. La palabra significa uno que produce desde la semilla – como una flor, un árbol, la tierra. La profecía del Antiguo Testamento es la semilla que un carpintero llamado Jesús hace nacer. Él no vino a abolir la ley y los profetas; sino para cumplir.

La palabra “pan” en la frase: “Echa tu pan sobre las aguas”, significa devorar, consumir. El agua es un eufemismo para semen, esa agua viva que lleva el esperma del hombre. El acto creativo es psicológico, no físico; aunque las intenciones son las mismas. Debes echar tu pan sobre las aguas con pasión. Debes estar consumido por el deseo y literalmente ardiendo de amor por su posesión, ya que un acto imaginario intenso siempre atraerá hacia sí mismo su propia afinidad.

Winston Churchill abandonó este mundo como un hombre muy exitoso; sin embargo, durante su vida tuvo muchos fracasos. Entonces, un día hizo este descubrimiento que cambió su vida; estas fueron sus palabras: “El estado de ánimo decide la suerte de las personas, en lugar de ser la suerte la que decide el estado de ánimo”. Déjame decirlo de este modo: El juego de la vida es ganado por aquellos que comparan sus pensamientos y sentimientos internos con lo que aparece en el exterior. Y el juego es perdido por aquellos que no reconocen esta ley. Al ser consumidos por la ira, no ven ningún cambio en su mundo. Pero si cambiaran su estado de ánimo, sus circunstancias cambiarían. Entonces reconocerían la ley detrás de su mundo.

Hay quienes están deprimidos todo el día y permanecen de esa manera durante toda su vida. Recuerdo que, en la ciudad de Nueva York, cuando veía a ciertas personas caminando en mi dirección sentía ganas de cruzar la calle, porque no quería escuchar sus historias deprimentes. Se pasaban horas hablando acerca de su esposa o esposo, sus hijos o nietos, y cada historia estaba orientada a la depresión. Al no cambiar nunca sus estados de ánimo, su mundo nunca cambiaba. Al no ver ningún cambio, no reconocían una ley entre el mundo interior que mantenían y el mundo exterior en respuesta.

Sin embargo, si aplicas esta ley puedes predecir tu futuro. Siente un nuevo estado de ánimo surgiendo dentro de ti. Mantenlo y pronto te encontrarás con personas que encarnan este nuevo estado. Incluso los objetos inanimados están bajo el dominio de estas afinidades. En un determinado estado de ánimo he ido a mi biblioteca y he tomado un libro que no había tocado en años. Y cuando lo abro, casualmente encuentro la confirmación de mi estado de ánimo. Una mesa, aunque siga siendo la misma mesa, se verá de forma diferente según sea tu estado de ánimo momentáneo, ya que todo lo refleja. Es tu estado de ánimo el que decide tu suerte, no es tu suerte la que decide tu estado de ánimo. La gente que se siente pobre atrae la pobreza, ignorando que si se sintieran ricas atraerían riqueza.

En el Libro de Proverbios se dice: “El espíritu del hombre es la lámpara del Señor”. Ahora bien, la lámpara del Señor es la luz del mundo. Nosotros contenemos esa luz; y la naturaleza – el genio – es nuestra esclava, moldeando el mundo según lo dicta nuestro estado de ánimo. Por naturaleza quiero decir toda la humanidad – el mundo animal, vegetal y mineral. De hecho, todo lo que aparece en el exterior es un esclavo de esta lámpara. Moldeando desde el interior, este esclavo moldeará tu mundo para reflejar tus pensamientos; y ningún poder puede detener su cumplimiento.

Hazte consciente de lo que estás pensando y reconocerás una ley entre tu estado de ánimo y las circunstancias que te rodean. Entonces podrás predecir con certeza, porque sabes que ciertos eventos —estando en armonía con tu estado de ánimo— deben aparecer. Todo debe aparecer, ya sea un ser vivo o un objeto inanimado como un libro, para dar testimonio de tu estado de ánimo.

Ahora bien, para jugar el juego de la vida, debes saber qué quieres para reemplazar lo que tienes. Cuando sepas lo que es, debes asumir el sentimiento de que lo tienes. Aunque tu razón y tus sentidos negarán su existencia, la persistencia hará que tu asunción se solidifique en hecho y se manifieste en tu pantalla del espacio. Juega el juego de esta manera. Puedes creer que no funciona, pero es porque no lo has intentado. Puedes creer que la idea es tonta, pero yo te digo: el estado de ánimo decide tu suerte. Créeme, porque yo he comprobado este principio una y otra vez en mi vida.

Winston Churchill fue quien impulsó al mundo occidental poniendo en práctica sus palabras. A pesar de los horrores y los bombardeos en Londres, el Sr. Churchill mantuvo el estado de ánimo de la victoria, e incluso en los días más oscuros no se permitió vacilar. Sabiendo que el estado de ánimo se exteriorizaría alrededor del mundo, él sostuvo el estado de ánimo; mientras que sus oponentes, sin conocer la ley, pusieron su confianza en los ejércitos y la maquinaria de guerra.

La maravillosa declaración del Sr. Churchill, registrada en el “New York Times”, ha sido comprobada por mí. Simplemente alcanzando el estado de ánimo yo he cambiado las circunstancias de mi vida. Ahora enseño a otros cómo hacerlo. Te invito a que te preguntes cómo te sentirías si tu deseo fuera una realidad ahora. Juega con el pensamiento. Juega con él un rato y el estado de ánimo llegará a ti. Mantén ese estado de ánimo, jugando con los sentidos que evoca y observa tu mundo cambiar para coincidir con tu nuevo estado de ánimo.

Permíteme contarte el caso de una señora que conozco y que, a sus sesenta y tantos años, no tenía nada cuando puso en práctica este principio. Todas las mañanas, mientras se bañaba, antes de ir a su trabajo de setenta y cinco dólares a la semana, se decía a sí misma: “Algo maravilloso me está sucediendo ahora”. Ella se mantenía jugando con ese estado de ánimo, jugando con el sentimiento de que algo maravilloso estaba sucediendo. Esa misma semana recibió su primer avance. Por más de treinta años, esta señora había asistido a óperas, conciertos y espectáculos de Broadway con un amigo íntimo. Todas las noches cenaban en algún fabuloso restaurante, pero él le había dicho muchas veces que nunca le daría dinero. Sin embargo, repentinamente cambió de opinión y firmó un fondo fideicomiso de más de cien mil dólares para ella, para ser gastado inmediatamente como ella quisiera.

Poco tiempo después, ella comenzó a aplicar la ley en mayor medida y él volvió a crear otro fondo de cien mil dólares para ella. Ahora, esta mujer, cuyo alquiler es de ciento sesenta y cinco dólares mensuales, no alcanza a gastar los ingresos que recibe de un fondo de doscientos mil dólares, además de su seguridad social; pero ella no está satisfecha y ¡quiere más!

El anciano ahora tiene una pequeña arteriosclerosis cerebral y han dejado de acompañarse. Debido a que él se niega a verla, ella lo maldice, pese a que se nos advierte: “Ni aun en tu recámara maldigas al rey, ni en tus alcobas maldigas al rico, porque un ave de los cielos llevará el rumor, y un ser alado hará conocer el asunto”. Esta señora me llama todas las semanas para decirme que está superando las maldiciones. Espero que sea así, porque otras cosas pueden entrar en su mundo si continúa haciéndolo.

La ley tiene su lado positivo como su lado negativo. Yo no estoy aquí para juzgar cómo utilizas la ley, sino para dejarte practicarla como tú desees. Si tienes el hábito de pensar negativamente, no vas a sostener el pensamiento de que eres todo lo que quieres ser. Puedes mantenerlo por unos segundos, y si no se comprueba instantáneamente, lo negarás. Pero para jugar el juego de la vida debes conocer las reglas y aplicarlas. Y recuerda: como en todo juego, hay reglas cuya violación causan el fracaso. No puedes engañarte a ti mismo, porque Dios no puede ser burlado; como siembras, así cosecharás.

En el mundo puedes escapar de una violación que el árbitro no vio; pero no puedes escaparte del observador en ti, ya que él y tú son uno. Si tú sabes lo que hiciste, entonces él lo sabe, ya que tu conciencia y el padre de tu mundo son uno. No puedes engañarte a ti mismo. No puedes burlarte a ti mismo. Dios va a registrar cada una de tus violaciones y va a moldear tu mundo en armonía con tus sentimientos.

Déjame ahora compartir una carta que recibí de un amigo. En ella decía: “El pasado lunes por la noche un amigo me pidió ayuda, así que esa noche pasé media hora imaginando que escuchaba las palabras que él diría si su deseo ya fuera una realidad. A la mañana siguiente, justo antes de despertar, la esposa de mi amigo apareció en mi sueño y agradeció mi ayuda. Entonces, el martes por la noche, mientras disfrutaba de un poco de música en la sala de mi casa, mi amigo se me apareció en una ensoñación. Hablando con autoridad, poder y alegría, utilizó palabras idénticas a las que yo escuché cuando lo imaginé confirmando el cumplimiento de su deseo y sentí la emoción de la realización”.

Espero que la confirmación llegue en el presente inmediato, y que mi amigo escuche al hombre contarle personalmente el cumplimiento de ese acto imaginario que fue iniciado por su amigo.

Ahora, en otra parte de su carta, mi amigo decía: “En un sueño entré al vestíbulo de un hotel, me registré en la recepción y pedí que me llamaran a las siete de la mañana siguiente. Mientras miraba, vi que el hombre marcaba un gran siete sobre mi nombre en la tarjeta; entonces desperté”.

Esta es una maravillosa visión, ya que siete es el valor numérico de la perfección espiritual. También tiene mucho que ver con la gestación y la incubación. En el mundo de los insectos y animales, me dicen que doscientos ochenta días es un múltiplo de siete. Sabemos que un huevo de gallina, si se incuba apropiadamente, tarda veintiún días —otra vez un múltiplo de siete. Aquí encontramos que el nacimiento tiene múltiplos de siete, pero en este caso, se trata de la incubación de la perfección espiritual.

Otra señora me escribió diciendo: “Me vi acostada en la cama, sumamente pálida como si estuviera muerta. De pronto, un hombre gigante surgió de mi cuerpo”.

Déjame contarte la historia de un maravilloso artista que también fue un místico. Su nombre era George Russell, pero lo conoces mejor como A.E. Él dijo: “Contaré esta visión, pero no diré dónde sucedió. Era un gran salón con columnas hechas de ópalo vivo, como si los colores del amanecer y del atardecer se hubieran mezclado en algo vivo. Entre las columnas había tronos en los que estaban sentados reyes con crestas de fuego. Uno llevaba una cresta de dragón, otro, penachos de fuego. En el centro, un cuerpo oscuro estaba tendido en el suelo como si estuviera en un trance profundo. En el otro extremo del salón, en un trono más alto que los demás, estaba sentado un ser con la gloria del sol brillando detrás de él. Mientras observaba, dos reyes con cresta se levantaron y extendieron sus manos sobre el cuerpo tendido en el suelo, chispas de luz emanaban de ellos. De pronto, una figura tan alta y majestuosa como estos reyes con crestas de fuego surgió de ese cuerpo oscuro. Mirando a su alrededor, reconoció a sus compañeros y levantó la mano en señal de saludo. Entonces ellos saltaron de sus tronos, levantaron sus manos haciendo la misma maravillosa señal de saludo y, como hermanos, caminaron hacia el final y desaparecieron en el sol”.

Cada visión es un presagio de lo que ocurrirá. A.E. lo percibió como procedente de otro, mientras que esta señora le vio como procedente de su propio ser. Ambos son presagios de un maravilloso evento que tendrá lugar en todos; pues ese rey con cresta, que es el Hijo de Dios, está alojado en todos. No importa si el cuerpo es de una mujer o un hombre, ni qué pigmentación pueda tener su piel, dentro de cada uno de nosotros está el Hijo de Dios, que irradiando su gloria y llevando la imagen expresa de su persona, es la gran lámpara del Señor. Un día, este ser majestuoso se levantará de tu ropaje de muerte y entrarás en la tierra de la vida.

Pero mientras estemos aquí, aprendamos las reglas del juego de la vida y juguémoslo. La vida en sí misma es causada por el ensamblaje de estados mentales, que al producirse crea lo que implica el ensamblaje. Mi amigo escuchó mentalmente las palabras que él oiría si su deseo para su amigo ya fuera una realidad. Su ensamblaje, produciéndose dentro de él, creó el acontecimiento para ser representado en el juego de la vida.

Después de que has ensamblado tu estado mental y has permitido que ocurra dentro de ti, no tienes que repetir el acto. Echaste tu pan sobre las aguas en el momento en que te sentiste aliviado. Aunque no tengas una expresión física de una manera sexual, el alivio es posible; y de todos los placeres del mundo, el alivio es el que se siente más profundamente. Cuando alguien a quien amas se retrasa, esperas ansiosamente oír su llave en la puerta y cuando escuchas su voz, sientes un gran alivio. Ése es el mismo tipo de alivio que tienes cuando has imaginado correctamente. 

Si encuentras necesario recrear el acto todos los días, no estás echando tu pan sobre las aguas. Puedes imaginar una y otra vez, pero solo vas a impregnarte una vez. Si alcanzas el punto de alivio, tu pan ha sido echado sobre las aguas para retornar, tal vez, en cuestión de una hora. Yo he recibido una llamada telefónica, minutos después de haberla imaginado, para escuchar la confirmación de que ha sucedido. A veces ha tomado días, semanas o meses; pero no repito la acción una vez que la he hecho y he experimentado el sentimiento de alivio, porque sé que no hay nada más que yo deba hacer.

Aprende a jugar conscientemente este juego de la vida, porque lo estás jugando inconscientemente todos los días. Estoy seguro de que millones de personas que tienen subsidio sienten que el gobierno les debe la vida; pero no hay gobierno, solo nosotros que pagamos impuestos. El gobierno no tiene dinero y solo puede dar lo que toma de nuestros bolsillos. Los beneficiarios de la ayuda se quejan, alegando que no están recibiendo suficiente de nuestros bolsillos y ese estado de ánimo persiste durante todo su día.  Su estado de ánimo nunca varía, en consecuencia, no ven ningún cambio y no reconocen la ley entre el estado de ánimo que sostienen y el mundo exterior que les disgusta. Si se les dijera que su estado de ánimo es la causa de los fenómenos de su vida, lo negarían. Nadie quiere sentir que es el único responsable de las condiciones de su vida, pero no hay otra causa. Dios es la única causa y él es la propia y maravillosa imaginación humana.

Cuando hablo de Imaginación me refiero a Dios en ti, de lo que hay dos aspectos: imaginar y contactar. El contacto es lo que se produce al imaginar. Cuando imaginas, contactas con un sentimiento, y el sentimiento que imaginas, lo creas. Tú eres el mismo Dios que creó el mundo y todo lo que hay dentro de él, pero mientras estés vestido con este ropaje de carne y hueso tu poder está bajo.

Espero que entiendas las reglas del juego de la vida; y ya que hay tanto una regla positiva como una negativa, te pido que no maldigas a nadie. Eclesiastés utilizó las palabras “rey” y “rico” porque ellos son los más frecuentemente envidiados. No obstante, una persona no necesita ser millonaria para ser envidiada. Podría ser envidiado simplemente por ser un poco mejor que otro; por vivir en un vecindario mejor; pagar una renta mayor; quizás incluso ir a un restaurante mejor o comprar ropa mejor. Por eso se nos advierte no maldecir al rey o al rico en nuestros pensamientos, porque no se pueden ocultar, ya que todos los pensamientos son completamente uno y por una ley divina se mezclan entre uno y otro ser.  

La conciencia parece estar dispersa, ya que todo el mundo en el exterior está consciente. Pero nadie necesita pedir a otro que le ayude a cambiar su mundo si él lo cambia en el interior. Si otra persona es necesaria para lograr el cambio, lo hará, con o sin su consentimiento. Tú no tienes que seleccionar al individuo para que desempeñe su papel en la realización del cambio que has imaginado. Él hará su parte si es necesario, porque todos nos entremezclamos. Todo lo que tienes que hacer es permanecer en el final, desde adentro.

Recuerdo una visita que hice a mi familia en Barbados, cuando me dijeron que no podría dejar la isla durante siete meses; pero yo quería salir en el próximo barco. Para mí, estar en ese barco era mi final; así que, mientras estaba sentado en una silla en casa de mis padres, abordé el barco en mi imaginación y vi la isla como si estuviera partiendo. No sabía cómo conseguiría abordarlo, pero una semana más tarde cuando el barco partió de la isla yo estaba ahí. Esto lo sé por experiencia.

En tu deseo de ir a cualquier lugar, primero debes ir allí en tu imaginación, e incluso aquellos que pueden estar negando tu petición te ayudarán cuando sea el momento adecuado. Yo salí del ejército de esa manera. Sabiendo que quería ser dado de baja honorablemente y estar en mi apartamento de Nueva York, me quedaba dormido como si ya hubiera sucedido y yo ya estuviera allí. Entonces, mi capitán —quien previamente había rechazado mi solicitud— cambió de idea y me ayudó en mi salida. Cualquiera puede hacerlo. Este juego es fácil de jugar y puede ser muy divertido. Piensa en un objeto que te gustaría tener. Piensa en un lugar en el que quieres estar. A continuación, encuentra un objeto en ese lugar y siéntelo hasta que adquiera viveza sensorial. 

No la hagas con una lámpara, sino con esa lámpara; no con una mesa, sino con esa mesa. Siéntate en ese sillón hasta que sientas el sillón a tu alrededor. Contempla el lugar desde ese sillón y tú estás allí, porque eres todo imaginación y debes estar donde sea que estés en tu imaginación. Ahora, echa tu pan sobre las aguas sintiendo el alivio de estar allí y deja que tu genio – que es tu esclavo – construya un puente de incidentes sobre el que cruzarás para sentarte en ese sillón, sostener esa lámpara y tocar esa mesa.

En Génesis, se cuenta la historia de Isaac, quien no podía ver, pero era capaz de sentir. Llamando a su hijo, Jacob, dijo: “Acércate hijo mío, para que pueda sentirte. Tu voz suena como la de mi hijo Jacob, pero al tacto eres como Esaú”. En ese momento, Jacob —el estado imaginario, puramente subjetivo— poseía las cualidades de Esaú, el mundo objetivo. Así que Isaac le dio al estado imaginario el derecho de nacer.

Como Isaac, tú puedes sentarte tranquilamente y con tus manos imaginarias puedes sentir la diferencia entre una pelota de tenis, una de béisbol, una de fútbol y una de golf. Si no fueran nada (porque en ese momento son subjetivas y no objetivamente reales para ti) entonces no podrías diferenciarlas. Pero si puedes sentir la diferencia entre estas llamadas irrealidades, entonces, deben ser reales, aunque todavía no se hayan hecho objetivas para tus sentidos. En el momento que les des realidad en el ojo de tu mente, se convertirán en realidad en tu mundo.

Inténtalo solo por diversión. Toma un objeto y dale las gracias al ser que hay dentro de ti por el regalo. Luego dale las gracias al ser del exterior, ya que dentro y fuera son vicarios, como lo es la vida; ya que, al observar un olor, una mirada o un sentimiento interno, descubrirás que tú eres la vida misma.

Sí, la vida es un juego. Pablo la llama una carrera, diciendo: “He finalizado la carrera, he peleado la buena batalla y he guardado la fe”. Yo la llamo un juego. Ambos son competitivos; pero la oposición es con uno mismo y no con otro, pues no hay otro. No trates de vengarte de otro. Concédele el derecho de utilizar la misma ley para lograr su objetivo, aun cuando pueda ser similar al tuyo. El conocimiento que compartes nunca te robará. Simplemente determina tu objetivo. Siente que lo has logrado y echa tu pan sobre las aguas. Luego suéltalo y deja que el juego de la vida se cumpla en tu mundo.

Ahora,

Entremos en el Silencio.

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